CANTO
XXXII (Segunda Parte)
Un
padre que da consejos
Más
que padre es un amigo,
Ansí
como tal les digo
Que
vivan con precaución-
Naides
sabe en qué rincón
Se
oculta el que es su enemigo.
Yo
nunca tuve otra escuela
Que
una vida desgraciada-
No
extrañen si en la jugada
Alguna
vez me equivoco-
Pues
ha de saber muy poco
Aquél
que no aprendió nada.
Hay
hombres que de su cencia
Tienen
la cabeza llena;
Hay
sabios de todas menas,
Mas
digo sin ser muy ducho:
Es
mejor que aprender mucho
El
aprender cosas buenas.
No
aprovechan los trabajos
Si
no han de enseñarnos nada-
El
hombre, de una mirada
Todo
ha de verlo al momento-
El
primer conocimiento
Es
conocer cuándo enfada.
Su
esperanza no la cifren
Nunca
en corazón alguno-
En
el mayor infortunio
Pongan
su confianza en Dios-
De
los hombres, sólo en uno,
Con
gran precaución en dos-
Las
faltas no tienen límites
Como
tienen los terrenos-
Se
encuentran en los más buenos,
Y
es justo que les prevenga;-
Aquél
que defectos tenga,
Disimule
los ajenos-
Al
que es amigo, jamás
Lo
dejen en la estacada,
Pero
no le pidan nada
Ni
lo aguarden todo de él-
Siempre
el amigo más fiel
es
una conducta honrada.
Ni
el miedo ni la codicia
Es
bueno que a uno le asalten-
Ansí
no se sobresalten
por
los bienes que perezcan,
Al
rico nunca le ofrezcan
Y
al pobre nunca le falten.
Bien
lo pasa hasta entre Pampas
El
que respeta a la gente-
El
hombre ha de ser prudente
Para
librarse de enojos-
Cauteloso
entre los flojos
Moderado
entre valientes.
El
trabajar es la ley
Porque
es preciso alquirir-
No
se expongan a sufrir
Una
triste situación-
Sangra
mucho el corazón
Del
que tiene que pedir.
Debe
trabajar el hombre
Para
ganarse su pan;
Pues
la miseria en su afán
De
perseguir de mil modos-
Llama
en la puerta de todos
Y
entra en la del haragán.
A
ningún hombre amenacen
Porque
naides se acobarda-
Poco
en conocerlo tarda
Quien
amenaza imprudente-
Que
hay un peligro presente
Y
otro peligro que aguarda.
Para
vencer un peligro,
Salvar
de cuelquier abismo,
Por
experiencia lo afirmo,
Más
que el sable y que la lanza-
Suele
servir la confianza
Que
el hombre tiene en sí mismo.
Nace
el hombre con la astucia
Que
ha de servirle de guía-
Sin
ella sucumbiría,
Pero
sigún mi esperiencia-
Se
vuelve en unos prudencia
Y
en los otros picardía.
Aprovecha
la ocasión
El
hombre que es diligente-
Y
téngalo bien presente,
Si
al compararla no yerro-
La
ocasión es como el fierro
Se
ha de machacar caliente.
Muchas
cosas pierde el hombre
Que
a veces las vuelve a hallar-
Pero
les debo enseñar
Y
es bueno que lo recuerden-
Si
la vergüenza se pierde
Jamás
se vuelve a encontrar.
Los
hermanos sean unidos,
Porque
ésa es la ley primera.
Tengan
unión verdadera
En
cualquier tiempo que sea-
Porque
si entre ellos pelean
Los
devoran los de ajuera.
Respeten
a los ancianos,
El
burlarlos no es hazaña-
Si
andan entre gente estraña
Deben
ser muy precavidos-
Pues
por igual es tenido
Quien
con malos se acompaña.
La
cigüeña cuando es vieja
Pierde
la vista, -y procurar
Cuidarla
en su edad madura
Todas
sus hijas pequeñas-
Apriendan
de las cigüeñas
Este
ejemplo de ternura.
Si
les hacen una ofensa,
Aunque
la echen en olvido,
Vivan
siempre prevenidos;
Pues
ciertamente sucede-
Que
hablará muy mal de ustedes
Aquel
que los ha ofendido.
El
que obedeciendo vive
Nunca
tiene suerte blanda-
Mas
con su soberbia agranda
El
rigor en que padece-
Obedezca
el que obedece
Y
será bueno el que manda.
Procuren
de no perder
Ni
el tiempo ni la vergüenza-
Como
todo hombre que piensa
Proceder
siempre con juicio-
Y
sepan que ningún vicio
Acaba
donde comienza.
Ave
de pico encorvado
Le
tiene al robo afición-
Pero
el hombre de razón
No
roba jamás un cobre-
Pues
no es vergüenza ser pobre
Y
es vergüenza ser ladrón.
El
hombre no mate al hombre
Ni
pelee por fantasía-
Tiene
en la desgracia mía
Un
espejo en qué mirarse-
Saber
el hombre guardarse
Es
la gran sabiduría.
La
sangre que se redama
No
se olvida hasta la muerte-
La
impresión es de tal suerte,
Que
a mi pesar no lo niego-
Cai
como gotas de fuego
En
el alma del que la vierte.
Es
siempre en toda ocasión
El
trago el pior enemigo-
Con
cariño se los digo,
Recuérdenlo
con cuidado-
Aquél
que ofende embriagado
Merece
doble castigo-.
Si
se arma algún revolutis
Siempre
han de ser los primeros-
No
se muestren altaneros
Aunque
la razón les sobre-
En
la barba de los pobres
Aprienden
pa ser barberos.
Si
entriegan su corazón
A
alguna mujer querida,
No
le hagan una partida
Que
la ofienda a la mujer-
Siempre
los ha de perder
Una
mujer ofendida.
Procuren
si son cantores,
El
cantar con sentimiento,
Ni
tiemplen el instrumento
Por
sólo el gusto de hablar-
Y
acostúmbrense a cantar
En
cosas de jundamento.
Y
les doy estos consejos
Que
me han costado alquirirlos,
Porque
deseo dirijirlos,
Pero
no alcanza mi cencia-
Hasta
darles la prudencia
Que
precisan pa seguirlos.
Estas
cosas y otras muchas,
Medité
en mis soledades-
Sepan
que no hay falsedades
Ni
error en estos consejos-
Es
de la boca del viejo
De
ande salen las verdades.
Melhor parte da obra de Hernandez. Cada canto uma verdade.
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